En efecto queridos drugos, el pasado sabado una representación de los Aguachumein encabezada por Gus, Ninja y yo mismo viajamos a Titaguas con la intención de hacer senderismo y comer la olla de ancas de rana típica de la zona.
Tras tomar el tren con destino Aldaia para pagar poco a poco la deuda de rencor, dinero y gasolina que me une a Gus Sr. De la Luz partimos de la aldea dejando atrás los sabios consejos de algunos familiares preocupados.
Tras dar un rodeo del infierno y reproducirse frases como “MADREMIA QUE BOLTIOOO” comenzamos a encarar un par de rectas infinitas hasta nuestro destino, no sin antes presenciar los intentos de Gus por no ser adelantado por personas que sabian a donde iban. Y allí estaba, rodeado de paramos yermos como el culo del Penkas yacia Titaguas, sus campos y sus gentes.
Una vez localizado un asador que prometía pasamos a analizar las posibles rutas de SENDERISMO que el lugar nos ofrecía, tras preguntar a un par de ancianos conspiranoicos comenzamos a caminar, pronto el pueblo comenzó a quedar atrás y pronto el Ninja comezó a ir en modo quejas, que si no puedo caminar bien con la mochila, que si el sol me esta quemando y me tengo que CREMAR, y así un largo repertorio de quejas que hacian que cada vez quedase mas rezagado, mas aun que gus, tras cerciorarnos de que el camino seguido no era el correcto la oportunidad que el ninja estaba buscando habia aparecido “VOLVAMOS AL PUEBLO” el Ninja, con la nariz y los hombros abrasados, en camiseta interior de tirantes y con su camiseta naranja entre su cabeza y la gorra del doblete lo veia ahora claro, tras una hora de caminata comenzó a decir “Joooder ahora he encontrado la forma de ir cómodo” o “Va venga me voy a poner marcar yo el ritmo” ya era tarde, estábamos volviendo a la aldea y el próximo medio de transporte seria el sufrido coche del padre de Gus.
Ahora el ritmo lo marcaban los caballos del coche y el destino no era otro que el Rio Turia, el objetivo de senderitos y aventuras llensas habia pasado a un 5º plano y la prioridad era apagar el cansancio en las taimadas aguas del rio valenciano.
Y aquí comenzó el calvario particular del coche, si ya de camino a Titaguas nos habiamos comido todos los topes habidos y por haber, su tortura no había terminado. A través de un camino sin asfaltar de montaña destinado a 4x4 el coche fue perdiendo poco a poco sus bajos, roze tras roze, rascón tras rascón fuimos avanzando hasta llegar al rio.
De vuelta al pueblo entramos en el asador regentado por dos maricones con pluma como la copa de un pino, tras comer aquel cordero duro el puto camarero me instó a terminarme el cordero como si no lo fuera a pagar porque me dejase algo en el plato o como si le hubiese costado mucho hacerlo, puto marica, ojala te chafen la cabeza con una plancha hidráulica.
Y así acabó todo, senderismo en modo quejas, rascones a todo trapo y cordero duro, próximamente….”va venga si te tiras al rio me tiro yo”
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